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miércoles, 7 de octubre de 2015

Improbable Ring

El depósito de metales.

No lo sé, ni idea de los motivos, supongo que será esta energía otoñal imparable, pero llegué a casa y en vez de dormir como se hace a esas horas, yo fui a sentarme en mi banco de joyera.

Trabajar de noche es cansado pero si lo cojo con ganas optimizo y soy más eficaz. Pero aún recuerdo mis temidas navidades, en el taller, sin saber cuando veré la luz. Luego me hago selfies y lo que prefiráis, lo extraño es que no tenga una compañera imaginaria inexistente para el resto del mundo pero que es mi amiga y se llama Jana, que sepáis.


Total, que estos días me acuesto y me levanto torera.

Ya lo he dicho, estoy extra energizada y motivada, así que me planté en el taller y tenía una cinta de oro que laminé, un trozo de plata del que salió el aro del anillo, y lo demás pues lo de siempre, fuego y golpe y mucho mimo.
No sé qué se me pasaba por la cabeza cuando iba metiendo, trozos y más trozos de todo lo que tengo desparramado por mi mesa de trabajo.... Porrazos hasta agrietar, fuego hasta fundir.


Anoche decidí poner el metal al límite, en un bonito juego similar al mecano, donde veía un hueco colaba una pieza. De todas formas, como la cinta de oro la he retorcido con las manos iba y venía con el martillo, así que sujeción con el hilo de acero y reajuste continuo de soldadura hasta que nada pinche ni sobresalga, que no se me enganche el anillito en el pelo, no lo soporto, por eso los anillos con garra me gusta para hacerlos y que los lleven otras. Me he cargado muchos jerséis de lana y arrancado mechones. 

Daily Wear Jewelry, please.
Hoy he tenido una jornada muy interesante en una empresa donde se trabaja el acero y al enseñar éste anillo recién salido de mis manos a otros trabajadores del metal, me miraban como si estuviera pirada, incluso me han preguntado si "eso" es para vender. Si me lo piden claro, pero éste es mío, porque la cinta de oro es de mi abuela, es el brazo de un anillo que tenía una flor. Ahora la flor se ha declarado independiente en el cuello de mi ama y yo con la venia de mi querida abuela que era la mejor abuela, siempre sonriendo y de buenas... Qué temple. Yo quiero. 

Pues eso, que con su venia y su oro he modificado el anillo y lo he diversificado, porque lo he multiplicado, de uno, dos, anillo y colgante. 
Normalmente me atonto mucho mirando los anillos que llevan piedras, por sus tonos, transparencias.... Pero con éste me he quedado igual de tonta, tiene tantos detallitos y matices y esa línea tan bonita.... Además es íntegro de metal, oro y plata, que es lo que a mí me gusta, porque es resistente, no hay que tener cuidado con los golpes, ni con poner demasiado la piedra al sol, o perderla o romperla, y te puedes dar baños en el mar, no se daña, el cloro de la piscina le afecta menos.... Con los metales nobles todo son ventajas. En cuanto a trote y poco cuidado, y si además el diseño es bonito... Me gusta mucho llevar solo anillos de metal, sin accesorio. 

Así que sobre gustos.... Los chicos del metal me han enseñado muchas cosas y yo a ellos. No pensaban que iba a aporrear así su material ni manejarlo. En un principio no me daban credibilidad, pero les he demostrado que mi maña y fuerza de joyera me capacita para fabricar cosas que ellos me decían, no, no vas a poder, no se doblega, ya está templado el metal....



 Me he dejado las manos, al minuto y medio mi calibre estaba lleno de sangre, porque esos hilos de acero eran el material más hostil y agresivo que he tocado en tiempo. Pero qué brillo y textura ondulada tan bonita. 


Me lo he pasado pipa con los colegas, probando otros metales y ya equipada en prevención porque a esos niveles de tensión y dureza la cosa no es broma. Gafas, guantes y mucho humor. 




Me gusta mucho rodearme de hombres y hablarles de estas cuestiones técnicas, me siento muy bien porque sé de lo que hablo y a ellos les suele sorprender, pero ya les he dicho, somos muchAs las joyerAs. Siempre ha habido mujeres en el oficio, pero ahora, somos un montón! Y manejamos dibujo, taller, materiales... En el Politécnico Easo muy bien, pero ya en tu taller es cuando empiezas a reconocer las cosas y crear tu propia manera de trabajar, porque en joyería no hay normativa y cada maestrillo tiene su librillo.

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