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jueves, 3 de diciembre de 2015

Versioneando Clásicos

O de cómo se hace para tapar esas orejitas rasgadas que tan de cabeza os traen...

Ella a parte de ser monísima, no ha llevado pendientes de mucho peso a menudo. Tiene los agujeritos intactos.

Qué ocurre.
Que ves unos pendientes puestos y quieres. Quieres y ya tienes, peroooo.... A orejita rasgada todo pendiente no vale, y más si eres maniática y no te gusta que se te vea el lóbulo por ese motivo. Cosa, que a mi parecer tampoco es tan antiestética...

Aquí una orejita un plis rasgada. Y no pasa nada.

Pero a lo que vamos. 
Yo, si soy tu joyera personal encuentro solución sí o sí también.

Y Ainhoa quería unos aros frontales de oro y yo se los hice. Luego a las semanas me enteré de que no se los ponía porque se veía la oreja rasgada... ¡No puede ser los pendientes en el joyero sin usar! 

Primer intento, colocar los aros sobre una chapa donde poder soldar el perno y tener más superficie de metal para cubrir el lóbulo.

Yo me pongo a pensar como metiéndome en canción, pequeño calentamiento mental acerca de lo estético y lo divino... Pero es hablando con Ainhoa y partiéndonos de la risa, cuando se me ocurre la mejor idea. Y es que su desenfado y cachondeo me despejan el coco de diseños erróneos.
Y voy a seguir con lo que ella quería, un aro limpio, unificado en el tandem oro/plata.

Trampitas y truquitos: si añado otro aro de plata interno puedo permitirme bajar el perno y cubrir el lóbulo un plis más. La rasgadura de una orejita apenas mide unos milímetros...

Aquí lo que nos compete es que una lleve mis pendientes agusto y se los ponga a muerte e incluso que sean sus preferidos.

Ahora sí, todas contentas con pendiente a medida. Y también con collar nuevo, que estas chucherías pues nos gustan...

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