Dividido en 2 Áreas
No es sencillo cambiar de idea respecto a un anillo durante las tres noches de luna llena que hemos vivido.
La luna no estaba en pleno apogeo, estaba en el perigeo, que es muy distinto, porque apogeo es lo que yo tenía y también es cuando la luna se encuentra en el punto más distante, y cuando está en el perigeo, la vemos bien cerquita.
Territorio Técnico
Hubo un anillo previo, antes del plenilunio, al que veis a continuación por su parte trasera. Lo fabriqué en base a un diseño que boceté y resultó ser terrorifico.
Ni me molesté en fotografiarlo. El boceto era bonito, la realidad otra cosa.
Alarma.
Urge hacer un nuevo anillo.
Mi cliente me dijo que confiaba en mí y yo soy mujer de palabra, le prometí un anillo muy bonito, y tenía una cosa entre manos que no me gustaba en absoluto.
Volver a empezar, it's my life.
El único requisito a cumplir es que integre la chapa con la grabación, el resto, a mi cuenta. Y yo en lo único que pienso es que esa chapa redonda ha de ser tratada como si fuera un cabujón plano.
Todo esto andaba pensando cuando desmonté el primer anillo, de hilo redondo lo pasé a cuadrado y en definitiva, lo único que conservé fué la chapa de oro.
Dibujé más. En casa, en el puerto, en cualquier terraza. Siempre llevo el block y el estuche a punto.
Pero..... Nada de lo proyectado es lo que es el anillo ahora.
Territorio Poético
A eso de las 19.30 durante los días 28, 29 y 30, me preparaba para el Moon Safari. Y dejaba el anillo casi casi terminado. Aún incompleto.
Luna del 28 de Agosto.
A la vuelta a casa de la expedición, un nuevo aro se había de integrar. Se me ocurría que mejoraría la armonía del conjunto.
Tres lunas, tres aros.
El primero fue el de plata, el más pequeño y el eje, un tubo de corta trayectoria en realidad. El tronco del delviche.
La siguiente noche del 29 fue más difusa, pero de Súper Luna Llena en su totalidad, y de un tono miel embelesante. Fue un safari en bicicleta, como a los pies de un oasis me planté frente a la luna y la ví salir por Hendaia, cercana y hermosa.
Entonces La Femme d'Argent me dijo que también ella es acogedora y envidia la calidez del sol, por lo tanto me sentí en el deber de envolver el eje del anillo en oro.
Todo eso fue bonito, pero me volvió a dejar en una nueva encrucijada, yo quería un aro de oro, pero lo quería libre...
Porque si la luna salió el 29 a las 20:33, el día 30 lo hizo a su antojo a las 21.11, rompiéndome los esquemas. Y esta vez el safari fue a pie, en la oscuridad, buscando el despertar entre las sombras de ramas y copas de árboles. Y allí la ví de nuevo, más refinada y risueña, derrochando luz, sabiendo que hasta el nuevo ciclo podrá recuperar sus energías y luminosidad.
Y entonces es cuando llegó el tercer anillo, tras un largo paseo, tras comprobar que la bajamar era bajísima y que podría entrar a las marismas andando entre ese hilo de agua, donde ella se refleja. Ella, la luna.
Esa hebra delicada y brillante, es el tercer aro, un estilizado reflejo que discurre al mar. Y que volverá a su mismo punto cuando la marea comience a subir, cerrará el ciclo, pero su movimiento circular le hará partir de nuevo, y volver...y partir...y volver. Al fín y al cabo todo es capricho de la luna.
Hoy ya no está, y la he echado de menos, y el Moon Safari también me falta. Sé que me acostumbraré a vivir sin ella hasta que vuelva.
Siempre vuelve, girando sobre sí misma y describiendo un punto que es el círculo más esencial, y mientras es peonza dibuja una trayectoria circular alrededor nuestro, que sellará en unos 28 días aproximadamente cerrando el ciclo. Y la circunferencia.
En el budismo, los círculos concéntricos representan los pasos hacia la perfección interior y la armonía del espíritu a medida que se progresa de un estadio al otro, y en el Zen es el símbolo de la iluminación. Mandala, en sánscrito, significa ‘círculo’, y alude a la relación íntima entre el hombre y el universo, un círculo místico.
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