Pues vaya, vaya... Me ha costado salir del taller, y ahora lo que me va a costar va a ser volver. Menos mal que tengo motivación con el anillo del Ágata Musgo, que me va a resultar muy entretenido, pero todo eso para mañana, ahora necesito dormir, porque ayer bailé mucho, reí, me tomé unos tequilas y sobre todo no paré de hablar.
Y llevaba pendientes nuevos, que yo fabrico para mí, porque era sábado y después de hacer tantas joyas para otras... Yo también quiero. Como los hago yo para la nena, egoístamente, son preciosos.
Además tequila en mano (yo) me encontré con otra joyera, una auténtica pro, Amaia Torrubia. Es una chica muy agradable y llevaba un anillo precioso de ónix y brillantes. Pero yo me acuerdo mucho de uno maravilloso de oro amarillo con una perla negra de Tahití. Cuando trabajaba en Istra, ella iba a dejar allí sus piezas perfectamente acabadas, tiene una pulcritud y un buen gusto envidiables. Ese anillo nos chiflaba, no tardó mucho en salir de la joyería.
Me encanta hablar del oficio con otras joyeras, somos unas cuantas, pero Amaia es una referencia porque tiene mucho oficio y sus piezas son preciosas y limpias. Fue un placer contarnos cosas. Y sobre todo fuera del ámbito del taller, en un ambiente más que distendido.
Estas son algunas de sus piezas, son geniales, verdad?
Si queréis ver estas piezas y otras más en detalle, en la calle Legazpi, 2 de Donostia tenéis su joyería propia Torrubia&Torrubia.
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