Lo mismo que me gusta empezar una pieza desde cero, también me encanta que me caigan joyitas viejas y recortarlas, reformarlas, integrarlas en otros ambientes propios.
Nahikari vió la restauración del sello de mi hermano y me trajo el suyo de recién nacida. La grabación de la N y la P es realmente bruta, bien clavado el buril.
Mucha suerte me ronda de que me haya caído este sello ovalado, mucho más femenino con su curva suave, me ofrece más posibilidades de hacer algo más frágil y lindo.
Del sello originario (del cual no dispongo de foto, soy una patana...) lo único que he extraído ha sido el ovalo de oro con las iniciales.

Lo demás es un trabajo de miniconstrucción equilibrio y armonía. Quería un anillo con sabor antiguo, que se elevase el motivo central en su cúspide. Soy anti bata en joyería, esos dobles pisos me parecen andamios, prefiero partir del centro y elevar el óvalo piramidalmente.
El currito chachi que me he pegado me lo conozco yo y bien orgullosa y contenta de haber logrado lo visualizado.
Nahikari ha llegado al taller justo en el momento cumbre de las soldaduras bonitas y las limadas definitorias.
Y tras terminar lo más chulo de mi curro, los acabados, a darnos un buen baño, que es verano y pasa en un suspiro.




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