Andrea es un amor. Ella es mi amiga compañera camarera ideal junto con la Itzi. Con Andrea no he trabajado pero no hace falta. Forma parte de mis jornadas laborales, cuando escapo de casa y del taller, y soy una marciana, y llevo horas sin cruzar palabra con nadie, sólo música y una pequeña pieza de metal que se escapa de mis manos, ella me regala su sonrisa y nos reímos las dos siendo cómplices.
En joyería mucho no tenemos que ver, nunca nos gusta lo mismo, pero bueno, como nos gusta el ocio y la belleza nos ojeamos juntas cositas y nos vemos venir.
Ella tenía unas piedras de la República Dominicana que había traído un familiar y quería hacer algo con ellas.
El larimar, de la familia de las pectolitas, fotosensibles, pierde su azul con el paso del tiempo.
Piedra única, sólo encontrada en el pueblo de Los Chupaderos.
Pues yo hice unos dibujitos después de pensar mucho. Pensar y sufrir. Porque ni me gustan estas piedras especialmente y con Andrea pues no sé cómo acertar. A mi favor sus ojos azules de gata y el tono océano de las gemas.
Y como soy bruta me senté a trabajar con el metal y las piedras, y claro, era martes y me dió un mareo porque no sabía por dónde escapar, así que me tumbé en mi sofá y entre pensamiento y agonía pasé la tarde, ni subí a mi cama a dormir. Ví una película fantástica, Le Weekend, con guión de Hanif Kureishi ( Amo! El Budha de los Suburbios, si no lo has leído corre!)
Después de eso y por pereza de no moverme dibujé con el Skeches para Ipad. Yo, que soy tan artesana y antigua....
Pues Andrea está encantada, y eso es lo único que me importa del peregrinaje...
Me muero por ir con ella a Rumania!






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