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jueves, 12 de septiembre de 2013

Dos días, un colgante.



Después de pasar la semana anterior encerrada en mi precioso taller, el viernes dí ya el campanazo y no había ser humano que me devolviera a mi casa...

Así se empieza la semana cansada, pero alegre. Y con la cabeza muy dispersa, pero la vida me empuja y no hay manera de caer en la desidia ni por asomo. Un encargo pendiente, un encargo olvidado con fecha de YA.
Manos a la obra.

Yo J., muy concentrada pensando...

Me pregunto qué puedo hacer con esa piedra tan grande, si yo soy de miniaturas! Alguna solución tendrá...
Todo comienza al empezar, paso a paso, con paciencia, respetando la calidad y la pasión que le dedico. Vísteme despacio que tengo prisa, pues lo mismo.
Y una vez en mente lo que deseo, hay que hacerlo real. Con la joyería me dan ganas a veces de darme a la escultura, de abarcar el espacio en todas sus dimensiones. Cuando fabrico estas estructuras me siento algo así como poderosa.
La cosa no ha sido fácil, mucha soldadura aérea y andamiajes, pequeños trucos caseros y un buen carro de juramentos al señor y su madre.


Originales andamiajes para consumar una soldadura.

Estructura de plata para el engaste de la piedra.

Las horas pasan veloces en el taller.

No voy a decir que lo que me gusta es el proceso y tal.... Si, es apasionante, con todos sus elementos, incluido el sufrir, la satisfacción, los giros de guión  ... Pero el resultado, mi pequeña criatura, en la que tanto mimo he puesto y ha sido tan esquiva a veces, también me seduce.
De hecho luego me recreo en su contemplación.


Colgante de plata oxidada con ágata.
Mi pequeña criatura.
Hoy de nuevo, a pesar del retiro, estoy muy contenta porque adoro lo que hago.
 

1 comentario:

  1. Una pieza muy bella en su composición y leve en su confitura espacial, no podía ser de otra forma al salir de unos dedos tan livianos y espumosos.

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