Este gatito tan simpático nos saluda todos los días al entrar en la fábrica de joyas, menos cuando está dormido, que suele ser a menudo...
Estamos hechas unas currelas y muy integradas ya en la plantilla, nuestro pequeño oasis es el office, una cocinilla como la de la abuela donde uno se va a desahogar cada vez que termina una pieza o un trabajo duro de joyería, es el sitio del obrero, nuestro relax, donde nos salimos de vez en cuando de las dimensiones mínimas en las que nos sumerge nuestro oficio.
Aquí teneis a algunos de nuestros colegas, qué majos son... qué gente más adorable, de verdad, todos los días nos hacen reir y nosotras a ellos, nos damos vidilla mutua, como ha de ser entre compañeros.
Para mí estos momentos de merienda, café o cigarro son una delicia, realmente bien merecidos, porque aquí en la factoría de joyas, estas personas, día a día, nos ayudan y nos motivan, nos enseñan su idioma y nos transmiten su forma de vida. Los joyeros, contra todo pronóstico son gente humilde y trabajadora, llevamos los dedos manchados y las jornadas son agotadoras, pero con tanta alegría y ambiente, todo resulta más liviano.
Todavía os quedan más compañeros por que conocer, pero aún hay tiempo de presentaros a todos ellos.
Yo os seguiré contando, porque lo de contar es otro de mis oficios favoritos...
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